Artículo publicado en CincoDías el 16 de septiembre de 2019 (Central European Summer Time)
La sobrecualificación ahoga a España. Durante 2018, de todos los graduados superiores del país que estaban trabajando, el 37,6% lo hacía en puestos para los que no era necesaria la titulación adquirida. Es la cifra más alta de toda la Unión Europea, que crece cinco décimas respecto al ejercicio anterior (37,1%), alejando al país de la media del continente, que supera por poco el 23%. Solo zonas como Chipre y Grecia –con un 35,6% y 33,9% respectivamente– se quedan cerca de España, que se distancia a su vez de lugares como Luxemburgo (8%) o Portugal, República Checa, Croacia, Hungría, Dinamarca y Suecia, que se mueven entre el 14% y el 17%. Los datos los ofrece la decimoquinta edición del Informe CYD, presentado este lunes en Madrid.
La demanda de puestos de alta cualificación, generalmente realizada por los que son graduados superiores, suele exceder la oferta que realizan las empresas, determinada en buena medida por la estructura productiva de una economía y la situación coyuntural por la que atraviesa. El desajuste producido implica, por un lado, la existencia de parados con estudios superiores y, por el otro, de empleo no encajado, en el sentido de que personas con un nivel superior de estudios acaban trabajando en puestos para los que no se necesita un nivel de cualificación tan elevado, dando paso al fenómeno de la sobretitulación.
El ascenso español anual ha sido muy parecido al del resto de los países del entorno, pero la situación de la que partía lo deja en una situación de clara desventaja. Si se compara con Francia, Alemania, Reino Unido e Italia, España es el único en el que menos de la mitad de los titulados superiores (46,5%) que trabajan lo hacen como directores y gerentes técnicos (en un 5,9%) o técnicos y profesionales científicos e intelectuales (en un 40,6%). En el resto de los territorios analizados estas dos categorías superan el 50%, e incluso el 60% en el caso británico.
Donde España sí gana es en las tareas entendidas como elementales y en los trabajos de restauración, ventas o servicios. El 14,7% de los graduados trabaja en estas categorías, frente al 9,7% de media de la UE. Lo mismo sucede en los puestos contables, administrativos y de oficina. La cifra española se sitúa en el 13,6%, lejos del 8% de media europeo. Es necesario por todo ello, explicó Francesc Solé, vicepresidente de la Fundación CYD, buscar soluciones a este desequilibrio, ya que hay muchos estudiantes que no ven recompensado el esfuerzo de su formación.
Por un lado, continuó Martí Parellada, uno de los coordinadores del informe, se deben tener en cuenta alternativas como las prácticas curriculares en las empresas; una FP Dual universitaria, con pasarelas sólidas entre el mundo de la FP y el de la universidad; o programas de doctorados industriales, para promover que estos perfiles se dirijan también al ámbito empresarial y no únicamente al académico. Por el otro, matiza, también hay que pedir responsabilidades al modelo productivo y a las oportunidades laborales que este ofrece, porque no todo depende de la universidad. De hecho, insistió, “este es un tema que se está trabajando de manera intensa en los campus”. No habría que olvidar tampoco , recordó, dotar a las entidades educativas de más autonomía, presupuesto y flexibilidad para poder encarar los cambios que vean necesarios. “Hay universidades con más de 30.000 alumnos. Eso es una multinacional. Se necesita capacidad de maniobra”, señaló Francesc Solé.
La sobretitulación no solo lleva a que muchos graduados trabajen en puestos entendidos como menores. También incide en sus tasas de desempleo. En España, de hecho, la población con educación superior que se mueve entre los 25 y los 69 años sufre unas tasas de paro del 8,9% (el doble que la media de la UE), que ascienden al 14,9% si se considera solo a los jóvenes menores de 30 años. Pese a ello, recordaron los expertos, “la tasa de desempleo de los graduados es inferior a la del resto de la población activa. También tienen más salarios y capacidad de promocionar en el trabajo”.
Así, los titulados superiores españoles de entre 25 y 64 años tenían durante 2018 una tasa de actividad un 10,3% superior a la del conjunto de la población, una tasa de empleo un 17,4% más elevada y una tasa de paro prácticamente un 40% más reducida. Por su parte, los ingresos de un graduado superior en España doblaban a los de alguien que únicamente tenía estudios obligatorios, una prima salarial superior a la que se daba en el conjunto de la OCDE.